Nunca pensé que mi obsesión por organizar el día y tachar tareas me iba a llevar tan lejos. Empecé como muchos: con un cuaderno lleno de horarios imposibles, rutinas que copiaba de YouTube y una lista eterna de “cosas por hacer” que me estresaban más que motivarme.

Pero entre ese caos, encontré una pasión: entender cómo funciona la productividad real, la de personas normales con días complicados. Empecé a leer, probar métodos, usar apps, y a contar todo eso en un blog que abrí una noche de domingo, después de haberme peleado con mi agenda y con el tiempo.

No tenía ni idea de que meses después ese blog iba a darme ingresos pasivos. Y mucho menos, que iba a ayudarme a tener más libertad de la que nunca había tenido con un trabajo tradicional.

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No sabía que se podía ganar dinero recomendando cosas que ya usaba cada día

Literalmente, escribía sobre lo que me funcionaba: Notion, Trello, apps de pomodoro, libros sobre hábitos, cursos online que me habían cambiado la forma de ver mi día a día…

Y un día, una amiga me dijo:
«Oye, ¿y por qué no pones enlaces de afiliado? Si yo me he comprado la agenda que recomendaste y ni siquiera ganaste nada por ello.»

Boom.

Ahí descubrí el marketing de afiliados, y lo que parecía algo reservado para “influencers de lifestyle”, también podía aplicarse a gente como yo. Recomendaba solo lo que usaba, sin inventar nada, sin forzar nada. Desde una simple app para organizar tareas, hasta un curso online para formar hábitos sostenibles.

Todo eso lo fui integrando en mis artículos, de forma natural, como quien le pasa un tip a una amiga. Y las comisiones empezaron a caer, despacio, pero constantes.

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Lo mejor fue que no hacía falta ser experta en nada

La mayoría de la gente piensa que hay que ser gurú para hablar de productividad. Pero lo que descubrí es que la gente no quiere expertos perfectos, quiere personas reales que les cuenten qué funciona y qué no, desde la experiencia.

Yo solo compartía lo que me servía, lo que había probado y lo que me parecía útil.
Y como no vendía humo, el contenido conectaba.

Además, aprendí sobre SEO, sobre cómo titular bien un artículo, cómo entender qué está buscando la gente… sin agobios. Con calma. Y funcionó.

💡 ¿Quieres empezar tú también? Aquí tienes mis recomendaciones personales

Si estás leyendo esto y te pica la curiosidad por el marketing de afiliados, déjame decirte algo: no necesitas ser experta, ni tener miles de visitas, ni un blog perfecto. Solo necesitas empezar con la mentalidad adecuada, buenas herramientas… y saber por dónde tirar.
A mí me habría encantado tener una guía clara desde el principio, porque me habría ahorrado muchos errores y horas perdidas.

Por eso te recomiendo dos recursos que me ayudaron muchísimo y que marcaron un antes y un después en mi camino.

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Marketing de Afiliados: Guía completa

Este es el punto de partida ideal si no tienes ni idea de por dónde empezar. Te explica paso a paso cómo funciona todo el mundo del marketing de afiliación, qué plataformas usar, cómo generar contenido que convierte, y sobre todo: cómo empezar a generar ingresos reales recomendando productos (sin necesidad de crearlos tú).

Es una lectura imprescindible si quieres empezar con buen pie, evitando los típicos errores de principiante (yo cometí varios, créeme).

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Emprender y Ganar Dinero con Marketing de Afiliados

Este curso es oro puro si partes desde cero pero tienes claro que quieres vivir de esto en serio. No es solo teoría: te guía paso a paso para montar tu sistema desde el principio, encontrar productos que realmente se venden, y entender cómo atraer tráfico que convierta.

Es perfecto si quieres resultados sostenibles y a largo plazo, aunque no tengas experiencia previa. Es como tener a alguien llevándote de la mano para que no te pierdas.

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Guía completa de Amazon Afiliados

¿Ya tienes un blog o una idea de contenido? Entonces esta guía es para ti.
Amazon sigue siendo una de las plataformas más rentables para afiliados, y aquí aprenderás a sacarle el máximo partido, con consejos muy prácticos, estrategias SEO aplicadas al catálogo de Amazon y trucos para aumentar tus conversiones.

Yo la apliqué directamente en mis primeros artículos monetizados, y noté la diferencia en ingresos casi de inmediato.

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👉 Así que si te estás planteando dar el paso, créeme: estos tres recursos valen cada minuto que inviertas en ellos. No te van a prometer dinero fácil, pero te van a enseñar cómo hacer las cosas bien desde el principio… y eso, a largo plazo, marca toda la diferencia.

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Las redes sociales: mi trampolín invisible (y gratuito)

Te lo digo así de claro: sin redes sociales, mi blog no habría crecido tan rápido. No porque me hiciera viral (spoiler: no lo fui), sino porque empecé a mostrar de forma natural cómo organizaba mi día a día. Y eso, curiosamente, fue lo que conectó con la gente.

Al principio subía pequeños reels en Instagram —cosas muy sencillas, como cómo uso mi agenda los domingos para planificar la semana, o cómo una app tipo pomodoro me ayudaba a no dispersarme mientras trabajaba. No eran vídeos espectaculares ni de calidad profesional. Pero eran reales.

Y funcionaron.

Recuerdo perfectamente un día en el que subí un reel enseñando cómo combinaba mi agenda física con Notion. Nada especial. Lo edité con el móvil en 10 minutos.
Esa misma tarde, doce personas compraron la agenda a través de mi blog. Doce. En un solo día.
Ahí fue cuando entendí que no necesitas miles de seguidores, necesitas confianza. Y la confianza se construye mostrando tu día a día con transparencia.

No era cuestión de vender, era cuestión de compartir.
Y eso fue lo que me cambió la forma de usar las redes: dejé de verlas como una vitrina perfecta, y empecé a usarlas como lo que son: una conversación.

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¿Qué tipo de contenido me funcionó mejor?

• Mini tutoriales de menos de un minuto, explicando cómo uso ciertas herramientas. Sin rodeos, sin guiones.
• Historias contando por qué prefiero una app sobre otra, o cómo tal método me ayudó a dejar de procrastinar.
• Recomendaciones con enlace directo al blog o en la bio, siempre acompañado de una pequeña explicación del “por qué lo recomiendo”.
• Y sobre todo: naturalidad absoluta. Sin postureo. Con errores, improvisaciones y todo.

La gente está cansada de influencers perfectos. Lo que buscan es alguien en quien confiar, alguien que pruebe cosas y te diga lo bueno y lo mejorable. Alguien que esté un paso más adelante que tú y quiera ayudarte, no venderte algo forzado.

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Hoy en día sigo usando redes sociales como canal de entrada, pero ya no me estreso con los números. Lo que busco es crear contenido útil, que inspire, que resuelva dudas… y que, si puede generar alguna venta afiliada, genial.

Y lo mejor es que todo eso se puede hacer sin gastar un euro, sin equipo profesional, y sin necesidad de tener una gran audiencia. Solo necesitas ganas, constancia y tu propia voz.

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Y sí, cometí errores… pero aprendí muchísimo

Durante meses escribí sin estrategia, como si el blog fuera un diario. Me gustaba, pero nadie lo encontraba en Google.
Hasta que entendí que hay formas de escribir para ayudar… y también para que te lean.

También puse enlaces mal. Algunos no se registraban, otros estaban caducados. Perdí muchas comisiones por no revisar. Ahora uso herramientas que me ayudan a gestionarlos y hacer un seguimiento, y todo fluye.

Y sobre todo, aprendí que no hay que hacerlo todo sola. Al principio lo intenté, pero acabé agotada. Aprender a delegar tareas técnicas y enfocarme en crear contenido fue clave para no quemarme.

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Hoy mi blog sigue creciendo, incluso mientras duermo

No exagero. Hay artículos que escribí hace más de un año que siguen trayendo visitas y ventas.
Porque cuando creas buen contenido, útil y sincero… perdura.

Y lo mejor es que no necesitas ser una experta, solo tener ganas de compartir lo que sabes y aprender un poco cada día. Si te gusta el mundo de la productividad, si ya usas apps, agendas o métodos para organizarte… tienes todo lo necesario para empezar.

Créeme: si yo pude, tú también puedes.

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