Si me hubieras dicho hace cinco años que podría ganar dinero desde casa hablando de maquillaje, te juro que me habría reído.
No soy influencer, no soy maquilladora profesional… pero sí soy esa amiga a la que siempre le preguntan:
“¿Qué base usas?”, “¿Cómo te haces los ojos?”, “¿Qué brochas me recomiendas?”

Me llamo Lola, tengo 28 años, y durante años me limité a ayudar a mis amigas, a grabar tutoriales caseros, a subir algún story con recomendaciones.
Pero un día, después de maquillar a una amiga para su boda y recibir mil preguntas en Instagram, algo me hizo clic:
“¿Y si convierto todo esto en una web de belleza? ¿Y si puedo monetizar lo que ya hago gratis?”

Spoiler: funcionó.

Hoy tengo una web sencilla, pero bien posicionada, donde comparto productos que uso de verdad, trucos reales y herramientas que me facilitan la vida…
Y gracias al marketing de afiliados, se ha convertido en una fuente de ingresos pasivos que crece cada mes.

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Mi web nació de la necesidad de compartir sin postureo

No tenía intención de hacerme famosa ni vender humo.
Solo quería un espacio donde hablar con naturalidad de lo que sé.
De qué productos valen la pena, cuáles decepcionan, cómo maquillarse según el tipo de piel o el momento del día…
Todo explicado desde mi experiencia real, como si estuviera con una amiga tomando café.

Lo que no sabía era que, al compartir enlaces de los productos que ya usaba, podía ganar dinero cada vez que alguien los compraba.

Y ahí descubrí el marketing de afiliados.

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¿Qué recomiendo en mi web de belleza?

Te lo resumo fácil: todo lo que yo misma uso.
Nada de subir cosas por quedar bien o porque estén de moda.

Productos de cosmética realista

Maquillaje para pieles con imperfecciones, bases duraderas para todo el día, correctores que no se cuartean…
Recomiendo marcas como Maybelline, NYX, Too Faced, y también algunas más nicho que he descubierto por probar.

Herramientas que marcan la diferencia

Las brochas adecuadas. Espejos con luz. Organizador de maquillaje.
Pequeñas inversiones que cambian la experiencia. Y lo bueno es que son muy buscados en Google, lo que ayuda al posicionamiento.

Cursos online de automaquillaje

Este fue mi mayor descubrimiento: mucha gente busca aprender desde casa.
Recomiendo cursos en plataformas como Hotmart o Domestika, y la conversión es buenísima porque son accesibles y con resultados visibles.

🔗 Por ejemplo, yo misma hice este curso que me abrió la mente a muchas técnicas:
👉 Curso: Emprender y Ganar Dinero con Marketing de Afiliados — Ideal si tú también quieres monetizar lo que sabes.

Y si usas productos de Amazon, esta guía te va a ahorrar semanas de prueba y error:
👉 Guía completa de Amazon Afiliados

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Las rLas redes sociales, mi trampolín para atraer visitas (y ventas)

Cuando empecé con esto, pensaba que para ganar dinero con una web necesitaba aparecer en Google o tener miles de visitas al blog todos los días.
Y sí, el SEO es clave. Pero lo que realmente disparó mis primeros ingresos fue algo mucho más accesible: mis redes sociales.

Sí, lo típico: subir un vídeo maquillándome para ir al trabajo, grabar con el móvil en mi cuarto mal iluminado, y explicar en un minuto cómo uso una base económica que me deja la piel perfecta.
¿Resultado? 10 ventas en Amazon esa misma tarde.
Ni me lo creía. Y ahí entendí algo que me cambió la mentalidad:

No necesitas miles de seguidores. Solo necesitas aportar valor de verdad.

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¿Qué me funciona mejor en redes sociales para vender como afiliada?

1. Mini tutoriales cortos en Instagram y TikTok

Rápidos, naturales, sin edición pro.
Vídeos de 30 a 60 segundos mostrando un producto en acción: cómo aplico el corrector, qué brocha uso para difuminar, cómo organizo mi neceser…
La clave no es vender, es mostrar cómo lo uso yo. Y eso genera confianza real.

2. Historias explicando por qué uso algo (y no otra cosa)

En lugar de decir “esta base es buenísima”, explico:
“He probado 5 y esta es la única que no me saca brillos a las 3 horas. Además, no se oxida. La uso cada mañana desde hace meses.”

Esa honestidad conecta. Y muchas veces, alguien me escribe al rato diciéndome:
“Justo estaba buscando una base así. Gracias por contarlo claro.”
Y clican. Y compran. Y ahí es donde entra el enlace de afiliado.

3. Enlaces bien puestos y bien explicados

Tener los enlaces en la bio de Instagram es obvio, pero lo que marca la diferencia es que sean útiles.
Por ejemplo:
👉 “Productos que uso a diario”
👉 “Mis básicos de maquillaje para piel grasa”
👉 “Curso de automaquillaje que me ayudó a mejorar mi técnica”

Y en cada reel, en cada historia, los menciono sutilmente:
«Te dejo el enlace en mi bio por si te interesa probarlo.»
Nada invasivo. Solo acompañar la experiencia con una opción clara para quien quiera ir más allá.

4. Ser yo misma

Este punto es el más importante.
No intento parecer una influencer. No pongo voz de anuncio. No uso filtros exagerados.
Solo comparto lo que me funciona, como lo haría con una amiga.
Y te juro que eso se nota.

Porque la verdad es que la mayoría de las personas no quieren seguir a alguien perfecto, sino a alguien con quien se identifiquen.
Alguien que también tiene ojeras, prisas, y que agradece cuando un producto realmente le soluciona la vida.

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Las redes son mi puente directo con mi audiencia

Cada seguidor es una persona real. Cada vídeo puede abrir una conversación.
Y cuando lo entiendes así, dejas de “subir contenido” por subir, y empiezas a crear comunidad.

Eso, combinado con un blog donde puedes desarrollar más a fondo los productos, los consejos y los enlaces, es una estrategia que funciona de verdad.
Y lo mejor: no necesitas invertir dinero. Solo tiempo, constancia… y ser auténtica.

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Errores que cometí (y que tú puedes evitar desde el minuto uno)

No te voy a mentir: al principio cometí bastantes errores. Algunos por desconocimiento, otros por pensar que “ya lo solucionaría más adelante”.
Y aunque hoy mi web funciona bien y me genera ingresos constantes, hubo momentos de frustración total.
Por eso quiero compartirte lo que yo haría diferente si volviera a empezar.

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1. Subestimar el SEO: pensaba que con escribir bastaba

Durante meses, escribía artículos como si fueran entradas de diario:
«Hoy probé esta base de maquillaje y me encantó…»
¿Bonito? Sí. ¿Útil? Tal vez.
¿Google los mostraba a alguien? Cero.

No tenía ni idea de lo que era una keyword, no pensaba en lo que la gente buscaba en Google, ni en cómo estructurar un buen título que llamara la atención.
Y así, por más que escribía, nadie llegaba a mi web.

Cuando descubrí lo que era el SEO —y empecé a aplicarlo poco a poco— todo cambió.
Comencé a usar frases que la gente realmente busca, como:
👉 «mejor base de maquillaje para piel grasa en verano»
👉 «cómo tapar ojeras profundas sin que se cuartee el corrector»

Y BOOM: el tráfico empezó a llegar.
No necesitas ser experta, ni escribir para robots. Solo entender cómo piensa tu audiencia y qué está buscando.

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2. Usar enlaces mal puestos: perdí comisiones sin darme cuenta

Este fue doloroso.
Yo ya estaba compartiendo productos con enlaces de afiliado, pero lo hacía mal. Muy mal.

A veces se rompían. O no estaban configurados correctamente. O redirigían mal y no se registraban las ventas.
O simplemente ponía enlaces sin contexto, como si la gente fuera a clicar solo por magia.
Y claro… muchas comisiones se me escaparon.

Con el tiempo, descubrí herramientas como:

• Pretty Links: para personalizar y controlar los enlaces, y saber cuántos clics recibe cada uno.
• Amazon OneLink: para que si alguien entra desde otro país, el enlace lo lleve a su tienda local (y tú no pierdas la venta).

Hoy, cada vez que subo un artículo, reviso bien los enlaces, los coloco de forma natural, y los actualizo si es necesario.
Porque si vas a recomendar algo que te encanta, más vale que el enlace funcione, ¿no?

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3. Querer hacerlo todo sola: el camino rápido hacia el agotamiento

Yo soy de esas personas que, cuando empieza un proyecto, lo quiere hacer todo:
Diseñar la web, escribir los artículos, crear los posts de Instagram, responder correos, revisar estadísticas, investigar productos… todo.

¿Resultado? Me quemé.
Hubo semanas en las que me sentía agobiada, sin ganas, como si este sueño que estaba construyendo empezara a pesarme.

Hasta que entendí algo muy poderoso:
Delegar no es rendirse. Es liberar espacio para hacer lo que mejor sabes.

Hoy, tengo ayuda para algunas tareas técnicas, uso herramientas que me ahorran tiempo (como plantillas para redes, automatizaciones, bancos de imágenes…), y me enfoco en lo que me apasiona: crear contenido útil y cercano.

Porque si emprender no te da libertad… algo estás haciendo mal.

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Conclusión: sí puedes ganar dinero recomendando lo que usas de verdad

No hace falta tener una agencia detrás ni un canal de YouTube gigante.
Yo empecé sola, con un blog sencillo y ganas de compartir.
Hoy, tengo una web que me da libertad, visibilidad, y sí: ingresos mensuales que siguen creciendo.

Y si tú también tienes algo que compartir —ya sea maquillaje, jardinería o cocina— créeme: puedes construir tu propio sistema de ingresos desde casa.
Solo necesitas estrategia, constancia y un poco de formación:

👉 Guía completa de marketing de afiliados

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