Después de años trabajando frente al ordenador, jornadas largas, ruido, estrés… decidí meter las manos en la tierra. No por dinero, no por tendencia. Solo quería desconectar. Lo que nunca imaginé es que esa afición por las plantas acabaría convirtiéndose también en una fuente de ingresos pasivos.

Porque sí, tengo que confesarlo: soy esa persona que empezó a hablar de sus tomates cherry en Instagram, y terminó montando un blog de jardinería… que hoy en día me deja dinero cada mes gracias al marketing de afiliados.

Y no, no soy experta. No estudié agronomía. Solo empecé a contar lo que aprendía con cada maceta. Pero ahí está la clave: la gente conecta con lo real, con lo que se cuenta desde la experiencia.

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Un blog, unas semillas… y una oportunidad que no vi venir

Abrí el blog un domingo por la tarde. Le puse un nombre sencillo, algo como “Mi huerto en casa” (sí, muy Pinterest). Iba subiendo fotos, reseñas de herramientas, qué semillas me funcionaban mejor, cómo preparaba la tierra… sin ninguna intención de monetizar.

Pero entonces alguien me preguntó:
“¿Dónde compraste esa pala?”

Y ahí se encendió la bombilla.

Investigué un poco y descubrí el marketing de afiliados. Es decir, ganar dinero recomendando productos que usas, a través de enlaces especiales que, si alguien compra, te dan una comisión. Fue un: «¿Cómo no sabía esto antes?»

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¿Qué empecé a recomendar en mi blog de jardinería?

Al principio no sabía muy bien qué productos podían interesarle a la gente… hasta que entendí una cosa muy simple: lo que yo estaba usando, otros también lo estaban buscando. Y ahí estuvo la clave. No tuve que inventar nada ni parecer una experta en ventas. Solo compartí lo que realmente me funcionaba.

Herramientas básicas de jardinería

Palas, tijeras de podar, guantes resistentes, rastrillos manuales… lo típico que cualquier persona necesita cuando empieza. No recomendaba lo más caro ni lo más “pro”. Al contrario: hablaba de las herramientas que yo compré en Amazon, de las que me parecieron cómodas, duraderas y fáciles de usar. Y la gente agradece eso, porque hay demasiadas opciones y pocas opiniones sinceras.

Semillas que realmente germinaban

Uno de los artículos que más tráfico me trajo fue uno donde hablaba de las semillas orgánicas que mejor me funcionaban. Algunas de supermercado ni brotaban, mientras que otras –de pequeños productores o marcas específicas– daban resultados excelentes. Así que empecé a enlazar esas semillas desde Amazon o tiendas de afiliados, y la gente no solo las compraba, sino que luego me escribía contándome cómo les había ido. Esos comentarios me confirmaron que estaba en el camino correcto.

Kits para principiantes (que yo misma habría querido tener)

Uno de los errores que cometí cuando empecé fue comprar herramientas sueltas sin saber muy bien qué necesitaba. Luego descubrí que existen kits básicos de jardinería ideales para quienes están empezando. Los recomendé en varios artículos y, para mi sorpresa, ¡eran de lo más vendido! ¿Por qué? Porque la gente quiere soluciones simples, completas y listas para usar. Yo misma los habría agradecido en mi etapa inicial.

Cursos online de cultivo y compostaje

Este fue otro descubrimiento: hay cursos accesibles y bien hechos que enseñan desde lo más básico (cómo preparar la tierra, hacer compost casero, identificar plagas…) hasta técnicas más avanzadas para quien ya lleva tiempo. Al probar algunos, empecé a recomendarlos, y los incluí de forma natural en mis posts:
«Este curso me ayudó muchísimo cuando no entendía por qué mis plantas se marchitaban… Si estás en el mismo punto, te lo recomiendo 100%.»
Eso convierte un contenido común en una experiencia personal que vende.

Sistemas de riego automático (un antes y un después)

Cuando descubrí los sistemas de riego automáticos, literalmente me cambió la vida. Antes, si me iba de viaje o tenía una semana liada, mis plantas sufrían. Con estos kits de riego programable, el problema desapareció. Así que les dediqué una entrada completa. Incluí un par de modelos que probé yo misma y funcionaron, y desde entonces, ese post sigue siendo uno de los que más convierte. Porque soluciona un problema real que muchos tienen y no saben cómo resolver.

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La magia está en esto: la gente ya está buscando estos productos. Si tú tienes una experiencia real y la cuentas con honestidad, es fácil que tus artículos posicionen bien en Google… y que quienes te lean, confíen en tu recomendación y compren. Ahí es donde está la verdadera fuerza del marketing de afiliados: no en vender, sino en ayudar con contenido útil y honesto.

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¿Y cómo aprendí a hacerlo bien? Aquí va mi secreto

Yo no sabía cómo escribir para que Google me encontrara. Ni cómo elegir los productos correctos. Ni cómo insertar los enlaces. Por suerte, encontré dos cursos que me ayudaron muchísimo, y que te recomiendo con los ojos cerrados:

👉 Curso: Emprender y Ganar Dinero con Marketing de Afiliados
Ideal si estás empezando. Te enseña desde cero cómo convertir cualquier temática en un blog rentable con afiliación. Nada de complicaciones técnicas. Solo lo que funciona.

👉 Guía completa de Amazon Afiliados
Amazon tiene todo tipo de productos de jardinería, y esta guía te enseña cómo integrarlos bien en tu contenido, optimizarlos y aumentar tus comisiones. Me ayudó a empezar a ganar más con menos esfuerzo.

Ambos recursos me evitaron perder tiempo, y fueron clave para empezar a ver resultados.

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Errores que cometí (y tú puedes evitar)

No te voy a mentir: no empecé ganando dinero desde el primer mes, ni tenía todo controlado. Como cualquiera que comienza un blog sin experiencia previa, cometí errores. Algunos me costaron tiempo, otros dinero… pero todos me enseñaron algo.

Pensar que tenía que ser experta en jardinería

Este fue mi primer bloqueo mental.
Me decía: “¿Quién soy yo para enseñar a otros? ¿Y si alguien sabe más que yo?”
Y esa vocecita interior me frenó mucho al principio. Pero después entendí algo que me cambió por completo: la gente no busca expertos con doctorado, busca personas reales que ya hayan pasado por lo mismo.
Si tú ya has sembrado tomates y sabes lo que te ha funcionado, ya sabes más que quien no lo ha hecho nunca.
Compartir tu experiencia ya es aportar valor.
El truco es contar tu camino tal cual, sin adornos. Eso genera confianza.

Subestimar el SEO (y escribir para nadie)

Este fue otro gran fallo. Yo escribía desde el corazón, sí, pero sin estrategia. Publicaba recetas de compostaje, cómo transplantar albahaca, guías sobre tierra fértil… pero nadie llegaba a mi blog. Literalmente nadie.
¿El problema? No optimizaba el contenido para que Google lo encontrara.
No usaba frases clave, no estructuraba bien los textos, ni pensaba en lo que la gente realmente buscaba.

Cuando descubrí cómo aplicar SEO de forma sencilla y natural, todo cambió. No hablo de fórmulas mágicas, hablo de escribir con intención: títulos claros, subtítulos organizados, responder preguntas reales, y usar palabras que las personas teclean en Google.
A partir de ahí, mis visitas empezaron a crecer poco a poco. Y más visitas, significa más clics en tus enlaces… y más comisiones.

No enlazar bien los productos (y perder comisiones sin saberlo)

Este fue de los errores más tontos… y más caros.
Durante semanas, estuve poniendo enlaces mal copiados, sin el ID de afiliada correcto, o simplemente redirigiendo a páginas que ya no existían. ¿Resultado? Varias personas compraron gracias a mis recomendaciones, pero yo no vi ni un euro.

Aprender a usar bien los enlaces de afiliado fue básico:
✔️ Asegurarme de que cada producto tenía su enlace correcto
✔️ Usar botones o llamadas a la acción que invitaran a hacer clic
✔️ Y revisar cada cierto tiempo que todos los enlaces sigan funcionando

Hoy en día, todos mis posts están bien optimizados. Sé dónde colocar los enlaces, cómo integrarlos de forma natural, y cómo escribir para que la gente no solo lea… sino que actúe.
Algunos artículos que escribí hace más de un año siguen generando comisiones cada mes.
Eso es lo bonito de los ingresos pasivos: si lo haces bien una vez, el contenido trabaja por ti en piloto automático.

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Conclusión: no necesitas una finca, solo una maceta y una idea

Si amas las plantas, si disfrutas con la jardinería, o si simplemente estás empezando tu huerto urbano… puedes transformar esa afición en un blog rentable.

No necesitas miles de visitas. Solo necesitas empezar, escribir con honestidad y usar bien las herramientas. Y si quieres hacerlo con estrategia desde el principio, aquí tienes la guía que me habría ahorrado muchos meses de ensayo y error:

👉 Todo sobre marketing de afiliados (sin humo)

Créeme, si yo pude hacerlo entre tierra, compost y tardes tranquilas, tú también puedes.

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